ROMMEL SARAVIA
jueves, 23 de diciembre de 2010
Cargando el Venado
Estaba un hombre a la orilla del camino sentado en una piedra, bajo la sombra de un frondoso arbol. Se le miraba triste, meditabundo, cabizbajo; casi, casi a punto de soltar el llanto.
Así lo encontró su compadre y amigo de toda la vida, quien acongojado al verlo en tales fachas, le preguntó el motivo, causa o razón que ocasionaba que él se encontrara en situación tan deprimente.
- ¡Ay! Compadre-contestó el interpelado, – ¡tu comadre! ¡Tu comadre! Esta noche la mato o la suicido, pero de que se muere, se muere..
- No te pongas así compadre, mejor dime, por qué la quieres matar, a lo mejor te puedo ayudar a encontrar una mejor solución al problema.
El compadre, después de limpiarse sus ojos todos llorosos y su nariz moquienta, empezó con su relato.
- Mira compadre, tú sabes que somos muy pobres y en nuestra humilde casa la única forma de acompañar los frijoles es con un pedazo de carne que tengo que conseguir yendo de cacería al monte. Me tengo que ir con mi vieja escopeta, pasar varios días de sufrimiento y penalidades, salvándome de milagro de los peligros del monte, esquivando víboras, al tigre y la onza. Soportar la terrible comezón que me producen las guiñas, garrapatas y piquetes de moscos, y por si esto fuera poco, aguantar cómo me caía hasta los huesos el frío y la soledad de las noches. Luego, por fin, si la suerte me socorre y logro cazar un venado, todavía tengo que cargarlo hasta el rancho y subir la cuesta de la loma donde está mi casa. Todavía no alcanzo resuello cuando aparece mi señora con el cuchillo en la mano e inmediatamente empieza a repartir el venado entre vecinos y familiares. Que una pierna pa’ doña Juana, Que otra pa’ doña Cleo, Que este lomito pa’ mi mamá, que esto pa’llá, Que esto pa’cá y a los dos o tres días allí va tu tonto otra vez de cacería. ¡Pero ya me cansé y esta noche mínimo la mato!
El compadre de aquél iracundo desdichado, después de meditar un momento le dio la solución:
- Invita a tu mujer a cargar el venado.
- ¿¡Qué!?
- Sí, sí. Mira. Pero no le digas las penurias que se pasan para cazar el venado. Mejor píntasela bonito. No le hables de las espinas ni los peligros, ni del frío ni el calor. Dile que la invitas a la cacería para que disfrute de los bellos paisajes, del esplendor de las estrellas que te cobijan en la noche, de los manantiales cristalinos que reflejarían románticamente sus imágenes, de sus exquisitas aguas, del aire fresco del monte, lleno de oxígeno, de la graciosa manera en que camina el venado, como si fuera un bailarín de ballet, del dulce canto de los grillos y los pajarillos silvestres, en fin.
El compadre siguió el consejo. Por supuesto la convenció. La mujer, entusiasmada, se fue con la falda larga hasta el tobillo, Al cruzar las primeras zarzas se redujo a minifalda porque la prenda quedó desgarrada entre las púas. La blusa quedó toda en jirones. El calzado se le rompió por los difíciles caminos y las piedras y las espinas la hicieron sangrar. Agarró garrapatas por todo el cuerpo. El sol le quemó la piel. El pelo se le maltrató: le quedó tieso y desparramado como estropajo. Las manos le quedaron encallecidas al abrirse paso entre el espeso monte. Estuvo a punto de sufrir un infarto al toparse con una enorme víbora. Muerta de hambre, su imagen parecía sacada de un cuento de ultratumba.
Por fin, después de tantos martirios, un día encontraron al venado.
Ella tuvo que contener el aliento y el hombre sigiloso, con la astucia y agilidad de un gato, se acercó a su presa, y con la mirada de un lince localizó el blanco justo para liquidar al escurridizo animal. ¡Bang! Y el venado había muerto.
La mujer no cabía de júbilo pensando que su sufrimiento había terminado, pero no era así.
- Ahora, mi amor, quiero que cargues el venado para que veas lo bonito que se siente – le dijo el hombre masticando rabiosamente cada una de sus palabras.
La mujer casi se desmaya ante la desconocida mirada asesina de su marido, pero ante la desesperación por regresar a su hogar no tuvo aliento ni para replicar y cargó el venado hasta su casa cruzando veredas y montañas.
Cansada, con las piernas abiertas, jadeando y casi muerta, a punto de saltársele el corazón, llegó y depositó el animal en la sala de su casa.
Los niños y sus amiguitos, hijos de los vecinos, salieron a recibir a sus papás cazadores y acostumbrados a la repartición, le dijeron a su mamá con alegría:
- Mamá, apúrate a repartir el venado porque la mamá de Pepito ya está desesperada.
- ¿Qué pedazo le llevo a mi tía?, le dijo otro.
La señora, tirada en el piso, hizo un esfuerzo sobrehumano para levantar la cabeza y con los ojos inyectados de sangre volteó a ver a los niños y agarrando aire hasta por las orejas, les gritó:
- ¡¡¡ Este venado no me lo toca NADIEEEE !!! y tú Pepito, ve y dile a tu mamá que vaya mucho a CHx#&%=” A SU M#&”=
“REFLEXIÓN”
Para valorar el esfuerzo ajeno y respetar en su real dimensión el trabajo de los demás, todos debemos aprender a “cargar el venado”.
La experiencia adquirida con el paso de los años nos ha enseñado:
Que sólo se valora aquello que se ha adquirido como resultado de nuestro trabajo.
Que sólo cuidamos aquello que nos ha costado esfuerzo, sudor y sacrificio.
domingo, 26 de septiembre de 2010
Mi Pueblo Natal
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Ubicación de Huayllahura |
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Huayllahura |
Mi nombre es Rommel nacido en un pequeño y remoto pueblito llamado Huayllahura en un rincón del departamento de Ayacucho, Perú. Digo remoto porque en aquel tiempo parecia que mi pueblo se encontraba perdido y olvidado en una esquinita de la inmensa Sierra. La unica manera de salir y visitar otras tierras lejanas era a puro caminar o a caballo el cual era una odisea porque habia que caminar largos y a veces estrechos senderos llenos de cerros y habia que cruzar muchos rios turbulentos como resultado de los aguaceros tropicales que parecian nunca terminar.
El gran cambio de vida, cultura, y el vivir en ciudad desde 1980 no han sido suficientes para poder romper las cadenas que me atan al pasado porque recuerdo a mi gente y a mi tierra como si fuera ayer. Gracias le doy al cielo por mantener las imagenes y experiencias de un pasado intactas en mi mente y mi corazón porque he sabido valorar hasta lo mas mínimo que este mundo me obsequio.
Te recomiendo a que nunca olvides de donde vienes. Nunca olvides a tu gente porque por ellos, tu eres parte de este regalo que se llama vida.
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Iglesia de Huayllaura |
lunes, 9 de agosto de 2010
Hacen falta las vacaciones?
Este mundo tan agitado en que vivimos, nos estamos acostumbrando a trabajar todos los días de la semana, todas las semanas del mes y todos los meses del año.
Y siempre es bueno tomarse un descanso para recargar las baterías, cambiar de ambiente, evaluar lo que hemos hecho y lo que nos queda por hacer.
Conocer nuevos sitios, recordar sitios ya visitados, salir de la rutina, respirar otros climas.
No todo es rigor. Siempre falta algo de hedonismo y de darnos un tiempo para nosotros mismos.
Y qué mejor que hacerlo rodeado de las personas que queremos?
No lo pensemos tanto y salgamos a recorrer el camino de la aventura!
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Te imaginas unas Vacaciones por el VRAE? |
domingo, 11 de julio de 2010
RESEÑA HISTORICA DEL DISTRITO DE AYNA
Con la creación del Distrito de Ayna, en el mismo lugar, antes que llegue la carretera funcionaron:
- Una oficina de Caja de Depósito y Consignaciones: Encargado de expedir guías de transporte de productos de la zona, cuyos cobros ingresaban al fisco.
- Una Oficina de Alcometría: Basado en el control de la destilación de aguardientes de caña de azúcar, con cobro de impuestos.
- Existió un Convento como sub-sede de San Francisco de Asís de Ayacucho, al costado de la Capilla, donde selebraban misas solemnes.
- Existió un Puesto de Guardia Civil, Juzgado, Gobernador y teniente Gobernador de los pagos.
- En las vias de comunicación, se hacia un enlace, mediante correo que era una persona dedicada a transportar cartas y documentos de un lugar a otro una vez a la semana.
- El transporte de productos de la región, realizaban solamente con asémilas.
Posteriormente con el avance de las ferias de comerciantes y vias de transporte con vehículos y por su medio geográfico del Distrito de Ayna que no era apropiado para su crecimiento vital y urbanístico, más aún el traslado de feria de Calicanto a Machente, en forma directa y con el convenio de las autoridades locales por entonces, la administración del Distrito de Ayna, pasa al lugar de Machente y posteriormente con las gestiones de las autoridades ante las instancias correspondientes la administración del Concejo Municipal de Machente pasa al Centro Poblado de San Francisco, elevándose a la categoría de pueblo y capital del Distrito de Ayna, por Decreto Ley Nº 22585.
- El Pueblo de San Francisco, se fundó el 26 de Enero de 1,964 y desde ella comienza la construcción de la carretera marginal de la Selva.
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